Batalla de Pont de Goi

            También conocida como Batalla de Valls, pues con este nombre aparece en el Arco de Triunfo de París, fue una confrontación entre los ejércitos franceses y españoles durante la Guerra de la Independencia, en febrero de 1809.

En Tarragona, el gobernador Juan Smith era contrario a dejar que las tropas de Napoleón merodearan por el territorio a sus anchas y decide tomar la iniciativa en Valls para derrotar a las fuerzas comandadas por el mariscal Gouvion Sait-Cyr. A la cabeza de las tropas que salen de la ciudad marcha el suizo al servicio de España Theodore de Reding, el artífice de la victoria en Bailén unos meses antes, que despliega a sus tropas por la zona del pont de Goi, en las alturas que dominan el puente sobre el Francolí, confiando que este cuello de botella fuera suficiente para taponar el avance francés.

Otro motivo de la salida era reagrupar a las tropas dispersas por el Penedès e Igualada batidas por el mariscal napoleónico, y volver con ellas a Tarragona, de ahí el interés del invasor de ocupar Valls y cortar la retirada a Reding y los suyos, los cuales viéronse obligados a batirse en una posición aparentemente favorable, en unas alturas que dominan el Francolí y el puente de Goi, que desafortunadamente fueron superadas por una arriesgada carga de caballería francesa seguida por la infantería de Saint-Cyr compuesta básicamente de regimientos italianos, desbaratando y derrotando así la línea española, y el propio Reding deberá escapar de los dragones franceses a sablazos, salvando la vida in extremis gracias al oportuno pistoletazo descerrajado a quemarropa por su ayuda de campo, llegando malherido a Tarragona, donde morirá en la epidemia de cólera que afectará a la ciudad pocos meses más tarde, en abril de 1809.

   Hoy día, doscientos años después, todavía podemos cruzar el mismo puente que vio la batalla y por la misma carretera, contemplando las alturas de Serradalt desde donde Reding emplazó a sus tropas, pues poco ha cambiado en todo este tiempo: el puente, la carretera y las ruinas del molino en la orilla del río, el escenario de la segunda batalla a campo abierto de toda la guerra después de Bailén en 1808. Precisamente este hecho de armas es el que hará que Napoleón se dé cuenta de la importancia estratégica que tenía Tarragona y empezara a diseñar una estrategia para tomarla: tras un amago hecho por el propio Saint-Cyr, desestimado al no disponer de artillería de sitio, será Suchet quien lo logre en 1811.

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