A inicios del siglo VIII, el reino visigodo de Toledo estaba en franca decadencia: usurpaciones, guerras civiles y desde la centuria anterior que se había perdido el control de parte de la costa andaluza y levantina al estar ocupada por los bizantinos, en plena expansión por el Mediterráneo durante el reinado de Justiniano intentando recuperar tantos territorios como fuera posible para recuperar el esplendor del Imperio Romano. Es en este contexto cuando en el 711, un ejército musulmán invade la Península, derrota fulminantemente al monarca visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete, teniendo así camino abierto para la penetración hacia el interior a gran velocidad, cosa que se explica por la utilización de parte del entramado viario que los romanos habían construido en Hispania.
En Tarraco, las autoridades eclesiásticas escapan ante la amenaza, y parece que la ciudad caerá en el 716 ante las tropas de al-Hurr (otras fuentes afirman que fue asediada y tomada al asalto en el 713 por los árabes, y de ahí que fuera abandonada), pero a pesar de crónicas que nos hablan de una destrucción considerable, parece que la evidencia es que la ciudad no fue más derruida de lo que ya podría estar, pues no hay que olvidar que la urbe visigoda se alzaba sobre la colina donde había estado el gran complejo de Tarraco, el Foro Provincial, la catedral en la parte del templo, y poco sobre el gran circo.
Lo que sí es cierto es que a pesar de la islamización del topónimo romano, de Tarraco a Tarraquna, no hubo una ocupación urbana propiamente dicha, pues todas las crónicas hacen referencia a un área despoblada con vestigios espectaculares (“…con cimientos muy viejos y maravillosos”. Arrazí, siglo IX), probablemente debido a la proximidad a los reinos cristianos, pues Barcelona cae en manos carolingias en el 801, e Ibn Jaldun cita a Borrell como conde de Barcelona y Tarragona, pero parece que era puramente nominal, pues el papa Juan XIII todavía habla de Tarragona como cautiva de los musulmanes. Habrá actividad humana brevemente durante el Califato de Córdoba, pero no podemos hablar de ciudad propiamente dicha hasta la Reconquista, en el siglo XII.